La espinaca pertenece a la familia de las quenopodiáceas, como la remolacha o las acelgas.
Es un cultivo de clima templado-fresco, soporta mucho mejor el frío que el calor, aunque dependiendo de las variedades, las hay que se adaptan a temperaturas altas, mientras que otras llegan a soportar perfectamente el frío invernal, tolerando incluso las heladas.